sábado, 10 de enero de 2009

REFLEXIÓN HISTÓRICA SOBRE EL PRIMER CENTENARIO DE LA CONSTITUCIÓN. CÁDIZ, 1912 ¿PUNTO DE PARTIDA?


Muchos son los preparativos y proyectos planteados para el aprovechamiento del festejo y conmemoración del Segundo Centenario de la que fue Primera Constitución Española. Rehabilitaciones de viviendas, obras magnas como la que harán posible el segundo puente sobre la Bahía, la remodelación de la Plaza de Sevilla, numerosos actos culturales como publicaciones, exposiciones, conferencias o mesas redondas, son sólo parte de los preparativos y prolegómenos que están teniendo lugar ya desde varios años antes de que se produzca el esperado evento. El acontecimiento se vende como una oportunidad de oro para la ciudad, momento histórico para el que se ha hecho necesario dictar un Real Decreto que regule todas las actuaciones que se realicen destinadas a este fin.
Los gaditanos del siglo pasado ya vivieron una ocasión similar con motivo del Primer Centenario. Contando ya con la experiencia de aquel evento y a escasos cuatro años del próximo acontecimiento, se me antoja oportuno publicar este trabajo con la finalidad de promover la reflexión del lector, para que éste pueda hacerse una idea propia fundamentada en unos hechos reales ante preguntas como: ¿fueron satisfechas con este pretexto las necesidades de las que adolecían los gaditanos del pasado siglo?, ¿se cumplieron las expectativas creadas? ¿qué fue del Cádiz de 1913?, ¿mereció la pena tanto esfuerzo?



-LOS AÑOS PREVIOS AL CENTENARIO

La propuesta formal para que se llevase a cabo la celebración de este Centenario en Cádiz fue hecha en julio de 1909 por Cayetano del Toro y Quartiellers, creándose para ello la Comisión que él mismo presidió. También en esta ocasión se hizo necesario la regulación del evento desde el Gobierno Central y en agosto de 1910 se publicó dos decretos a través de los cuales se le daba a Cádiz el papel protagonista de la celebración, que luego tuvo que ratificar ante los crecientes rumores que hacían creer que la conmemoración podría llevarse a cabo en otro escenario, lejos de Cádiz.
En los años que precedieron a esta efeméride, la ciudad se encontraba inmersa en una serie de innovaciones prestas a ofrecer la mejor cara posible ante la inminente llegada del evento. La crisis económica desde el desastre del 98 era patente y los intentos por suavizar sus efectos no fueron pocos. Los casi setenta mil habitantes que conformaban la población gaditana en estos momentos parecían asfixiarse por unas murallas que en antaño sirvieron para repeler intentonas de asaltos e invasiones pero, una vez cumplida esta misión se hizo necesario "liberar" a los gaditanos de esta opresión. Podríamos decir que el tres de marzo de 1906 se abrió la veda. Ese día, el entonces Alcalde, Cayetano del Toro procedió de manera simbólica a derribar la primera piedra de las murallas de la ciudad. Cádiz buscaba su crecimiento y expansión con el derribo de estos muros y el trazado de una nueva barriada obrera en extramuros entre el camino de San Severiano y el paseo de Augusta Julia. Además, como consecuencia de esto, se hizo también necesario dotar a la ciudad de un buen sistema de comunicación tanto por mar como por tierra, por eso, ese mismo año quedaba inaugurada la línea del tranvía que unía Cádiz con San Fernando y eran autorizadas un año más tarde las ansiadas obras de ampliación del puerto. Todas las esperanzas de mejora de la ciudad, pasaban por la buena salud de la que gozara su puerto, algo bien sabido por los gaditanos. Ese año 98 había inferido notablemente en el comercio marítimo de la ciudad. Según Manuel Barragán, a principios de siglo sólo se transportaba vino, sal y poco más y los trasatlánticos que atracaban en la ciudad, lo hacían por la creciente emigración que provocaba la búsqueda de empleo de los españoles en el exterior. Se pretendía conseguir un muelle a la altura de los más competitivos, que permitiera el atraco de grandes barcos y trasatlánticos, que dinamizaran la vida de nuevo en esta ciudad y trajera la tan ansiada prosperidad económica valorándose además, como posible salida a la crisis padecida, el fomento del turismo, para lo que también se tomaron medidas como el proyecto e inauguración en 1907 del Balneario Victoria entre otras.
El objetivo estaba bien claro, se pretendía hacer un Cádiz "más habitable y confortable" y salir de la crisis que, según Chivite, se dejaba notar en la ausencia de nuevas construcciones prácticamente desde 1898 hasta 1904. Sólo a raíz de entonces, se llevaron a cabo determinados proyectos como el del Hospital de Mora (1904), el Gran Teatro (1910), o el del Edificio de Correos (1914). Además, como bien asienta el profesor Marchena, se pretendió buscar una alternativa turística como alivio a la crisis creándose la Sociedad del Turismo de Cádiz en la llamada Casa de las Cuatro Torres nº 6 y una Oficina de Información que se ubicó frente a la Comandancia de Marina usándose también como elemento de atracción al forastero, la potenciación de las fiestas más populares de la ciudad.




-UNA ILUSIÓN CREADA

Podemos partir de la idea de que el Cádiz del Primer Centenario, el de D. Ramón Rivas y Valladares no era muy diferente al que hoy día conocemos. Falto de recursos, decadente y necesitado de una reactivación económica buscó, como hoy día, un punto de partida en el enderezamiento de aquel rumbo que le hacía navegar irremediablemente hacia la deriva. Entonces habían transcurrido los cien primeros años de aquel acontecimiento que tantas páginas de historia hizo escribir. Ese protagonismo y prestigio adquirido, casi sin querer, se quiso ahora aprovechar para conseguir aquel impulso que tanto necesitaba la sociedad gaditana del momento.
La ilusión que se creó en la ciudad fue tremenda, algo que incluso, se nos transmite a través de la prensa y los escritos de la época. La ciudad se vistió de fiesta y se engalanó para la ocasión con numerosas colgaduras, banderolas, sillas, toldos, etc. Todo debía estar a punto, se aceleraron los trabajos en las calles que se encontraban cortadas por obras las cuales, fueron terminadas a toda prisa en la misma mañana de la celebración. La gente estuvo muy participativa con el evento y la estación se vio invadida de personas que queriendo ver la llegada de las distintas personalidades se acercaron al lugar. Llena de orgullo, la prensa local deja ver cómo los miembros representativos del Congreso, el Vicepresidente, Aura Boronat y los Secretarios Quiroga Ballesteros y Castell fueron recibidos entre gritos y aplausos al llegar a la ciudad en el Exprés.
Se pretendió a todas luces aprovechar el tren del Centenario para llevar hasta Cádiz el impulso necesario que reactivara definitivamente su económica. Como digo, la situación de la ciudad, no difería demasiado con la que hoy padecemos y el puerto gaditano era el que mejor reflejaba aquella decadencia. La población evocando tiempos mejores, criticaba su situación. El bullicio y el trasiego tanto de personas como de mercancías propio de las grandes ciudades comerciales, había dejado paso a un alarmante silencio. El puerto, arteria principal del Cádiz más enérgico y bullicioso, no era capaz de hacer frente a las trabas arancelarias que soportaba. En uno de los artículos de Diario de Cádiz consultados, se pidió encarecidamente el cese del exceso, que fueran suprimidos los aranceles aduaneros para conseguir abaratar los costes y hacer rentable el negocio. Sólo así se podría competir con las mejores potencias del momento, afirmando que en igualdad de condiciones, Cádiz y a través de ésta España, saldrían siempre ganando debido a la similitud de las costumbres y modos de vida existentes principalmente con los continentes africanos y americanos, además de por las ventajas que le brindaban la situación estratégica de la ciudad y el prestigio alcanzado durante su extensa tradición comercial. Alfredo Brisac, autor de este artículo, hablaba del puerto gaditano como si de un embrión se tratara, el cual necesitaba facilidades que permitieran su desarrollo para llegar a ser un puerto de referencia mundial. El articulista movió su pluma con la ilusión que le inyectaba aquella efeméride, pero también dejó bien claro que las instituciones tenían que esforzarse para lograrlo.




-LOS FESTEJOS

El Ayuntamiento concedió en sus presupuestos anuales la dotación económica de 172.000 Ptas. para cubrir los gastos de las celebraciones. Los preparativos se estuvieron fraguando con varios meses de antelación y fue nota común en todos los escritos de la época la buena organización en general del evento. Aquella efeméride se celebró en dos tandas si se me permite la expresión, una como no podía ser de otra forma, en el mes de marzo, en el día de San José, organizados y costeados por la alcaldía, y otra en el mes de octubre organizadas por el Estado como acordó la Junta Nacional.


- AQUEL 19 DE MARZO

Los primeros festejos conmemorativos se abrieron con una procesión cívica formada por multitud de personalidades representantes de distintas instituciones locales y estatales. Una banda militar interpretó la Marcha Real a las puertas del Ayuntamiento, en una engalanada plaza de Isabel II dando comienzo de esta forma el desfile. La gente estaba eufórica y se agolpaba por todas las calles por donde pasaba el cortejo para presenciar aquel histórico momento. En la plaza de la Constitución se cantó por dos veces a petición de un público exuberante el himno compuesto para la ocasión por el presbítero José Gálvez y Servando Camuñez acompañado por los sones de las bandas militares y la Sociedad Orquesta de Cádiz. Tal era la aglomeración de público, que en aquella plaza de la Constitución, una vez terminado el acto y cuando la procesión se dirigía a la plaza de las Cortes, la gente quiso salir como lo hace el agua de un embudo, entre otras razones, para saludar al político gaditano Segismundo Moret y Predergast, lo que originó escenas de angustias y un pánico generalizado. La baranda de la tribuna que se había habilitado para la ocasión en el centro de la plaza, y desde donde se leyeron algunos de los artículos del texto legislativo, no aguantó el peso de la euforia. Cayeron muchas personas que a la vez fueron aplastadas por las que le pasaron por encima en su intento de huir, lo que se saldó con un muerto y tres heridos, dos de ellos graves que fueron trasladados en cuanto se pudo por efectivos de la Cruz Roja a la Casa de Socorro, lugar en el que el mismo Alcalde se personó para interesarse por el estado de los accidentados. Esto casi me obliga a resaltar las notadas y reiteradas muestras de cariño que hacia el citado político gaditano se dedicaron en todas las páginas de la prensa. La gente dio un excelente trato generalizado de reconocimiento y agradecimiento hacia su figura y cada vez que su nombre era mencionado en los escritos del momento no era sino para alabarle y elogiarle. En ellos se resaltaron frecuentemente sus virtudes como historiador con discursos siempre calificados de elocuentes y de gran maestría. Todos los escritos consultados se afanan en mostrar y subrayar las muestras de cariño que la población rindió a este personaje durante su estancia en la ciudad. Prueba de ello es la publicación en Diario de Cádiz de un soneto a él dedicado: Al insigne Moret, con motivo de un discurso en el Gran Teatro:

“Conseguir escucharle ¡que fortuna!
De todo asunto de la quinta esencia
Porque es cada oración una sentencia
Porque su frase siempre es oportuna”

En la plaza de San Felipe se había montado otra tribuna desde donde el Alcalde Don Ramón Rivas y Valladares dio su discurso. Por la noche, siguió la fiesta y el Gran Teatro sirvió para el disfrute de la velada conmemorativa con asistencia de toda la aristocracia gaditana. El teatro se encontraba repleto, la intervención de Francisco Pró dio comienzo al acto, al que le siguió la del Sr. Alcalde que se limitó a dar las gracias en nombre del pueblo gaditano. Tras él, tomó la palabra Aura Boronat, Vicepresidente del Congreso, quien halagó a los gaditanos Moret, que también dio su propio discurso, y al fallecido Emilio Castelar por considerar a ambos grandes conocedores de aquella Constitución. Entre su discurso y los tiempos que corren no parece haber transcurrido tanto tiempo si nos ceñimos a las palabras que menciona, tales como justicia, soberanía o libertad, las cuales podemos encontrarlas sin problemas en los actuales mítines políticos.
En el Ayuntamiento, el Salón de Sesiones se convirtió en lujoso comedor para la ocasión con una rica decoración y un no menos exquisito menú amenizando el banquete los sones de la Banda de Pavía que tocaba desde el patio interior del edificio. Tras esto marcharon al Gran Teatro para ver la representación de "El Alcalde de Zalamea", interpretada por la compañía del Sr. Vico. Además de estas celebraciones hubo otras "más populares" como diversas cenas y fiestas clásicas en el Casino Gaditano, excursiones a los ventorrillos de extramuros, fuegos artificiales, etc.





-CELEBRACIONES DEL MES DE OCTUBRE

Otros muchos actos protocolarios tuvieron ocasión en este mes de octubre. El día 2, se descubrieron la mayoría de las lápidas conmemorativas que hoy adornan la fachada del templo de San Felipe Neri recibidas entre otras, de las Repúblicas Hispanoamericanas, Ayuntamientos y demás corporaciones e Instituciones. El día 3, otra procesión cívica como la de marzo recorrió las calles de la capital, teniendo lugar por la noche la velada Hispanoamericana en el Gran Teatro en la que tuvieron cabida discursos como los de los Señores Rafael Mª de Labra, que defendió la unión y fraternidad de las Repúblicas sudamericanas con la madre Patria, y Figueroa Alcorta, ex-presidente de la República Argentina, entre otros.
De nuevo, los comentarios sobre la iluminación de la ciudad y demás preparativos con motivo de este acontecimiento fueron elogios generalizados en la prensa gaditana. El Anuario de Cádiz y su provincia de 1913 dice textualmente no hubo corporación, centro, sociedad ni casa pudiente que no iluminara sus fachadas, y resaltaba las de la calle Duque de Tetuán, Duque de la Victoria y plaza de la Constitución e Isabel II, además de las de Columela, Fábrica de Tabacos, hasta la que dispuso los barcos atracados en el puerto en sus cubiertas. Hubo además otros actos y celebraciones organizadas por la Junta del Centenario tales como bailes, conciertos en una tribuna levantada en el flamante paseo de Canalejas, verbenas en las plazas de la Merced, fuegos artificiales, etc. El día 4 fue para la exhibición militar. Hubo misa, banquete y desfile de las fuerzas ante las autoridades militares en el parque Genovés, y por la noche, de nuevo en el Gran Teatro, la Velada Escolar. El día cinco se celebró la Velada Parlamentaria en el mismo Teatro, donde tuvieron lugar una serie de discursos por parte de Aura Boronat, Segismundo Moret, etc. Por la noche, se celebró el té con que el Casino Gaditano obsequió a los condecorados con la Cruz de San Fernando y la cena a la que la Asociación de la Prensa invitó a los periodistas venidos de fuera para cubrir la noticia. También fue en este día la inauguración del “Museo Iconográfico e Histórico de las Cortes y Sitio de Cádiz" que contó con el diseño neoclasicista de Juan Cabrera Latorre promovido ya desde 1909 por Cayetano del Toro, entonces Alcalde de Cádiz. El día 6, se intentó en el Balneario Victoria la primera fiesta de la aviación, que se efectuó al día siguiente sin mucho éxito. Desde el siete hasta el día 12 tuvo lugar también el Primer Congreso Periodístico Español presidido por Segismundo Moret.




LA CRUDA REALIDAD

Como hemos podido apreciar a lo largo de estas páginas, la ciudad se volcó tanto a nivel Institucional como popular para dar al evento la importancia que merecía y no sólo con la participación masiva del pueblo en los festejos. La iluminación tantas veces elogiada no fue sólo iniciativa de la Corporación Municipal, muchos balcones particulares también fueron decorados e iluminados por decisión propia de sus inquilinos que desearon aportar su particular granito de arena en el engrandecimiento de aquella fiesta. Es innegable que emblemáticos rincones de nuestra ciudad como los del paseo de Canalejas, o la gaditanísima plaza de España, tan arraigados ya a nuestras retinas, se lo debamos a aquel histórico momento en el que los gaditanos conmemoraron aquel Centenario (aunque la finalización de las obras de algunos de ellos, como las del Monumento de las Cortes, llegaron más tardíamente, como veremos más adelante). Pero no menos cierto es que los gaditanos que asistieron a aquel episodio de nuestra Historia tuvieron que seguir leyendo las mismas noticias en los periódicos. En aquellas páginas que a través de hemeroteca han podido llegar hasta mis manos seguían apareciendo indicios de la crisis en la que se encontraba inmersa la ciudad antes y después del evento. ¡Cómo si no explicar los retrasos padecidos en obras tan importantes como las impulsadas con motivo de este aniversario si no por razones de índole presupuestarias!
Con el evento se pretendió marcar una línea divisoria que señalara y separara el declive, del despegue económico deseado, pero lo cierto es que los problemas habidos antes y después de aquel año fueron prácticamente los mismos. El temporal siguió provocando socavones en la Alameda y en el Campo del Sur y la crisis padecida siguió afectando a la sociedad que se vio agravada incluso, por los efectos de la Primera Guerra Mundial. Todo ese movimiento preparatorio, que pareció dar vida a los gaditanos ante la inminente llegada de la conmemoración, coincidió en el tiempo con el considerado benefactor de la ciudad, Segismundo Moret, en el Gobierno Central, pero un año después del Centenario muere de forma repentina y significativo fue que del Toro, hombre dedicado de lleno y por entero a la política, la abandonara sin más alegando el temor que le provocaba el desamparo al que los gaditanos se encontrarían avocados irremediablemente sin aquella clave figura, retirada a la que se sumó luego la dimisión del propio Alcalde, Ramón Rivas.
La crisis económica era tal, que cuando Francisco Clotet tomó posesión de la Alcaldía el 27 de junio de 1917, lo primero que hizo fue dar un discurso en el que se lamentaba de no poder llevar a cabo nuevos proyectos y planes para el futuro, ya que la lamentable situación económica que atravesaban las arcas municipales unida a la conflagración mundial, impediría la realización de proyecto ambicioso alguno. Las huelgas por el aumento de los salarios que permitieran la subsistencia de las familias se sucedieron, como la Huelga General de 1919 donde los disturbios provocados se saldaron con un muerto y varios heridos. Por su parte, las tabaqueras también reclamaron mejoras laborales, la propia Diputación de Cádiz sufrió el corte de luz ante la falta de pago, y la Sociedad de Aguas amenazó también con la respectiva restricción.
En 1917 se produjo la compra de los Astilleros de Vea-Murguía por los empresarios vascos Echevarrieta y Larrinaga que pretendieron dar el impulso definitivo. Sin embargo, un año más tarde, Diario de Cádiz publicó una noticia en la que se destacaba que los operarios de los astilleros no ganaban para sufragar su propia subsistencia, que los salarios eran bajísimos y sus condiciones, deprimentes.
La crisis se dejó notar en años posteriores en casi todos los frentes y en el de las fiestas gaditanas no iba a ser menos. Las hermandades de Cádiz sufrieron esta lamentable situación económica y la mayoría no pudieron realizar el desfile procesional en la Semana Santa del año 1917 por las calles de la ciudad. Para colmo una epidemia llamada "gripe española" se desató provocando numerosos muertos, la agitación social era tan complicada, que el Gobernador Civil, José Bono, decidió prohibir en 1919 la celebración del Carnaval alegando entre otras razones la de ser un medio de prevención para evitar la propagación de la epidemia.
Significativo fue sin duda también el caso del Monumento de las Cortes y Sitio de Cádiz. ¡Cuánto tiempo estuvieron parados los trabajos, ante la falta de presupuesto!. Diario de Cádiz publicó una noticia recordando las vicisitudes por las que este proyecto, autorizado por el Parlamento ya desde 1812, tuvo que pasar hasta hacerse realidad. Las guerras, revoluciones y destronamientos padecidos en el siglo XIX hicieron relegar a un segundo plano aquella autorización. Los gaditanos tuvieron que esperar hasta 1926 para ver introducidos los costes de los trabajos en los presupuestos del Estado por parte del Presidente del Consejo de Ministros General Primo de Rivera y no fue hasta mayo de 1929 cuando la ciudad por fin recibiera formalmente aquel Monumento obra del artista Aniceto Mariñas y del arquitecto Modesto López Otero.
En el puerto, se dio prácticamente la misma problemática. Cádiz necesitaba imperiosamente la ampliación de su puerto. Se proyectaron la ejecución de tres muelles; el de Reina Sofía, Marqués de Comillas y Alfonso XIII que hicieran posible literalmente, como ya se ha dicho en varias ocasiones, meter los trasatlánticos en la plaza de San Juan de Dios, pero al igual que con el Monumento a las Cortes, sus trabajos, autorizados desde 1907, fueron tan lentos que no se vieron ejecutados en su totalidad hasta el año 1930. Las obras eran muy costosas y el Estado se negaba a sufragarlas con cargo exclusivo a sus Presupuestos. El estallido de la aludida I Guerra Mundial en 1914, dificultó también los trabajos del mismo haciendo más difícil conseguir los materiales y suministros necesarios para su construcción. Además, el encarecimiento de los precios según Manuel Barragán, obligó a la Junta, que pasaba graves dificultades económicas, a acordar una reducción a la parte ya ejecutada de las obras del dique de San Felipe y del dragado general.

En definitiva y para ir concluyendo podemos decir que, la ciudad no pudo enderezar ese rumbo perdido con pretexto de la celebración de aquel Centernario y sus esfuerzos, por unas u otras razones, no fueron nunca recompensados, algo de lo que serían conscientes los propios contemporáneos de la época como queda claro en el siguiente extracto: Los gaditanos no pudieron congratularse de haber obtenido resultados beneficiosos ni productivos a pesar del inmenso sacrificio que la ciudad y sus vecinos realizaron para abrillantar los fastos que se conmemoraban.


Artículo publicado en la revista nº 23 de Ubi Sunt? Año XI. 2º semestre de 2008.