jueves, 26 de abril de 2007

HISTORIA DE CÁDIZ: SU ANTIGÜEDAD

El Gadir de la antigüedad


(...)Los restos aparecidos pertenecientes a los momentos iniciales en comparación con la antigüedad que posee la fundación de Gadir, son mas bien escasos. Pero hay que tener en cuenta varios aspectos que dificultan la aparición de estos restos antiguos. La erosión por ejemplo, es un factor negativo que incide en la escasa documentación de restos arqueológicos. Los fuertes vientos característicos de la zona a los que éstos han sido sometidos durante siglos unido a la acción corrosiva que ejerce la cercanía con el mar, provoca una aceleración de la acción erosiva sobre los materiales y el posterior deterioro de los yacimientos. Además, aunque el limitado espacio del que disponemos hace posible una concentración de yacimientos en un corto radio de terreno, en realidad mas bien esto que podría beneficiar el hallazgo de vestigios, lo que hace es entorpecerlo. Al carecerse de terreno, estos han ido revalorizándose y se han ido empleando en construcciones básicamente dirigidas a satisfacer la siempre fuerte demanda de viviendas hasta el punto de casi agotar todo el suelo disponible. Por esto, el arqueólogo debe ser consecuente e ir estudiando los terrenos que quedan al descubierto tras la demolición de una finca o vivienda. Por tanto, la única forma de estudiar nuestro pasado es a través de una excavación arqueológica de urgencia. Así los vestigios han de estudiarse en un corto espacio de tiempo para luego volver a edificar en el mismo solar que quedó tras la demolición. De todas formas, los pocos vestigios que se conservan en la actualidad no carecen de valor ni mucho menos y aportan una escueta pero valiosa información sobre nuestros orígenes. Pocas veces se mantienen las estructuras in-situ con fines pedagógicos o culturales, pero algunas si que se han mantenido por su importancia, como pueden ser los restos del teatro romano del pópulo, los columbarios de la calle General Ricardo, los restos encontrados bajo la antigua Casa del Obispo; (enterramiento donde se halló el famoso anillo de oro fenicio con los dos delfines grabados del siglo VII a.C), etc... algo digno de alabar en una ciudad tan carente de terreno como ésta.

Se piensa que en un principio, Gadir sólo fue un emplazamiento utilizado como gran almacén o depósito de las mercancías que se comercializaban en uno y otro sentido como defienden los autores Arteaga o Martín Cevallos entre otros; al amparo del gran Templo de Melqart. Por esta línea no solo viajarían objetos comerciales sino, que también viajaban costumbres, modas, tradiciones, etc... Este hecho iría provocando una serie de necesidades que con el tiempo desembocaría en un asentamiento continuo cuyos habitantes vivirían principalmente del comercio. Es sabida la importancia que los primitivos fenicios daban al comercio al otro lado del Mediterráneo; tanta, que según parece esa fue la causa directa de la colonización fenicia de occidente. Según el historiador griego perteneciente al siglo I a.C; Diodoro Sículo, los metales preciosos de la Península Ibérica como la plata, el bronce o el estaño eran abundantes y los indígenas ignoraban su uso, así que se dedicaron al comercio de intercambio con el fin de llevar el tan codiciado metal hacia Oriente y así satisfacer la fuerte demanda de entonces a cambio de la importación de otros productos manufacturados. Un gran adelanto en el campo de la arqueología se produciría en 1976 cuando F. Ponce en base a diferentes hallazgos arqueológicos detectó la existencia de un canal marino que uniría en los tiempos primitivos la Bahía gaditana con el Océano Atlántico a través de Puerto Chico; por el Campo del Sur. Los posteriores sondeos realizados en distintos emplazamientos por donde se supone que deberían haber transcurrido las aguas del canal lo confirmaron. El conocimiento de la existencia de este antiguo Canal Bahía-Caleta o de Ponce como también es conocido; que dividía la pequeña isla gaditana, explicaría ahora el porqué algunas fuentes antiguas hablaban en plural de las “gadeiras” cuando se referían al Cádiz de la antigüedad.

Sobre la cronología de la fundación de Gadir se ha discutido mucho y las posturas tomadas por los distintos autores difieren mucho entre sí. Hay autores que niegan las cronologías mas o menos aceptadas hoy en día (1100 a.C aprox) sencillamente porque no se ha encontrado rastro arqueológico alguno tan remoto. En cambio, otros autores hablan de la posibilidad de que dicha cronología sea cierta apuntando que la ausencia de tales hallazgos arqueológicos no significan la inexistencia de éstos y que habrá que seguir excavando e investigando.

Esta primitiva población fenicia, que por los hallazgos encontrados se situaría al norte del canal de Ponce, en la isla llamada Erytehia y a tenor de los vestigios funerarios y las sabidas características de ordenación urbana tanto de ésta época como las de hoy en día de separar la ciudad de los vivos de la de los muertos; se puede presumir que se ubicó en los alrededores de la Torre Tavira. (...)

El subsuelo gaditano aguarda muchas sorpresas las cuales deben desvelar nuevas aportaciones que sirvan para aumentar el conocimiento de estas fechas tan remotas sobre la fundación de Cádiz. Cada vez que se derriba una vivienda o finca afloran multitud de enterramientos ya sean fenicios, púnicos o romanos, como los documentados en excavaciones recientes como pueden ser los del solar que ha quedado en las antiguas bodegas de Abarzuza una vez demolido el cine de verano Brunete donde se han documentado restos fenicios de finales del siglo VI a.C, púnicos de siglo III a.C y romanos de época republicana, la fábrica de Salazones de Santa María o los hallazgos pertenecientes a los antiguos cuarteles de Varela. Son los vestigios arqueológicos los que dan pie a unir pistas, detalles y demás datos que desenterrados y estudiados dan rienda suelta a una imaginación fundada en un conocimiento trabajado con lo que podemos seguir especulando sobre los orígenes de esta ciudad. Quizá sea la antigüedad de Cádiz y la dificultad de su estudio la esencia que encierra esta dedicación investigadora. Significa mas la inquietud del no saber, que en lo que luego se transforma al ser sabido. Es ese desconocimiento lo que inquieta al hombre y a la vez lo que lo mantiene unido a esta difícil labor que tiene el historiador.
Extractos del artículo publicado en la revista Ubi Sunt?, nº 20 de 2006